Se acerca el 2023, y con esto, el consumo desmedido e innecesario de ropa. Y es que justo en estas fechas, las personas esperan con ansías las nuevas colecciones para renovar su armario.
Un modelo de consumo impuesto por las grandes marcas y que, ante los clicks compulsivos de las personas, parece ser inofensivo, pero que en realidad se centra en el impacto negativo del planeta: tan solo la producción de ropa representa el 10% de las emisiones de CO2 a nivel global, el equivalente a lo que libera la Unión Europea por sí sola.
Tatiana Céspedes, Coordinadora de Campañas de Greenpeace Colombia, afirma que “No es un secreto que el consumismo se ha convertido en el motor del sistema capitalista, en donde es obligatorio responder a las tendencias del momento. No obstante, hemos comprobado que una sola prenda hecha de poliéster libera hasta un millón de fibras microplásticas en una sola lavada, lo que debería hacernos replantear la necesidad de ciertos productos”.
Conocido como la fast fashion o moda rápida, este modelo que cada vez se posiciona más en el mundo y que se caracteriza por los enormes volúmenes de ropa que produce a base de fibras sintética procedentes del petróleo -como el acrílico, nylon o el poliéster-y la rapidez con la que se introduce en el mercado, está dejando una huella imborrable en el mundo, especialmente cuando hablamos del medio ambiente.
Y es que la industria de la moda es responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel global, solo para hacernos una idea, para la producción de vestidos anualmente se necesitan 93.000 millones de metros cúbicos de agua, una cantidad suficiente para que sobrevivan 5 millones de personas.
De acuerdo con el Banco Mundial,el 20% de la contaminación del agua a nivel mundial se debe al procesamiento textil, lo que la convierte en la segunda industria que más contamina los recursos de agua dulce del planeta. Además de esto, se ha calculado que esta industria es responsable de hasta un 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
La industria textil ocupa alrededor de 98 millones de toneladas al año de recursos no renovables y aproximadamente 93 mil millones de metros cúbicos de agua para producir ropa en el mismo plazo, una situación que ha puesto en riesgo la sostenibilidad ambiental y que ha llevado a millones de activistas, ambientalistas y organizaciones sin ánimo de lucro como Greenpeace, a promover nuevos modelos que le pongan un alto a la fast fashion, como la famosa moda Circular.
Una iniciativa que empieza a tomar fuerza en todo el mundo y que busca que las personas le den una segunda oportunidad a sus closets, mientras reusan y venden su ropa para ayudar al planeta. Se estima que, si el sector de la moda cambiara su modelo de producción en favor del ambiente y en beneficio de sus trabajadores, es decir, al dejar atrás la fast fashion, habría un beneficio económico global de 192 mil millones de dólares.
En esencia, el modelo de negocio lineal de la fast fashion es totalmente incompatible con un futuro respetuoso del planeta, pero el surgimiento de la moda ultrarrápida o ultra fast fashion liderado por diferentes marcas está acelerando aún más la catástrofe climática. Por eso en estas fechas antes de comprar recuerda que tú también puedes hacer parte del cambio: Sino lo necesito, no lo compro.
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